Ves a ese hombre
de mirada ausente
de figura enjuta
y arrugada tez.
Verás su miseria
que ya ni la esconde
porque lo que él quisiera
sería morir.
No tiene cobijo
va de sitio en sitio
y ya casi nadie
se acuerda de él.
Pues fue un torero
de fama notable
y cuantas mocitas
quisiéronle a él.
Entonces con fama
tocando la gloria
fue todo sublime
recordaba él.
Pero todo pasa
y pasa muy pronto
cambia la moneda
se pone al revés.
Y viene la angustia
con días eternos
que empiezan muy pronto
y no tienen fin.
Pero aunque le veas
tan profundo herido
aún le queda orgullo
pues él es así.
Y están sus recuerdos
que aunque a veces duelan
son también consuelos
que le hacen vivir.
Porque son muy pocos
aquellos que un día
dejaron su arte
y su huella también.
Huella y arte eterno
que pocos comprenden
ya que es un misterio
sin principio y fin.
Y él con su miseria
si le preguntasen
seguro diría
que fue muy feliz.
Y es que ser torero
es algo tan grande
que da fortaleza
y no se tiene miedo
ni a la vida misma
ni tampoco a morir.
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