Para mi mujer María Pilar
Soñando
acariciaba tus manos
con el rubor
de un muchacho de quince años.
Soñando
acariciaba tu pelo
que como cascada de agua
caía sobre tus hombros morenos.
Soñando
acariciaba tus labios
rozándolos con los míos
para no hacerte daño.
Soñando
sentí que tú te rompías
refugiándote en mis brazos
Soñando
sentí tus gemidos quedos
en mi pecho enamorado.
Soñando
sentí tu mirar profundo
sentí que me hacía daño.
No me quise despertar
quería que fueras mía
y solamente en mis sueños
así lo conseguiría.
Pedro Róman Sanchéz
También el alma se rompe
No hay comentarios:
Publicar un comentario